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Historia y bibliotecas: Biblioteca Nacional de Francia desde la Revolución Francesa a la actualidad

Continuando con la historia de la Biblioteca Nacional de Francia (BnF) en 1789 hubo un hecho fundamental que marcó un antes y después en su historia, convirtiéndola en una protagonista más de los grandes cambios originados a partir de la Revolución Francesa, cuando la Asamblea Constituyente del gobierno revolucionario decidió confiscar todas las posesiones de la monarquía y la iglesia.

Lo cual implicó que las bibliotecas privadas -no sólo de particulares sino también de instituciones religiosas y educativas-; entre ellas la de Luis XVI, María Antonieta, fondos del clero, colecciones particulares de príncipes y nobles, la mayoría sumamente valiosas y que se habían conformado durante siglos, tuvieran como destino pasar a ser propiedad del estado. Con los fondos confiscados se crearon bibliotecas públicas en toda Francia para fomentar la educación popular y propagar las ideas de la Revolución.

De esta manera millones de volúmenes en un breve lapso de tiempo aumentaron los fondos de la BnF con tal magnitud y rapidez que excedió la capacidad para registrarlo y fundamentalmente resguardarlo correctamente. En otras palabras no hubo espacio físico suficiente, sumado a que el material debía estar disponible para los lectores que también aumentaron; ya que si bien como biblioteca real había sido abierta al público, éste era selecto y tenía requisitos estrictos para su acceso, los que fueron suprimidos por la Revolución.

El problema del almacenamiento, acondicionamiento, difusión y acceso a los fondos fue una ardua y prolongada tarea, que se mantuvo durante todo el siglo XIX. Hacia 1858 hubo una intención por modernizar la Biblioteca, que quedó plasmada en un documento redactado por una comisión a cargo de Prosper Mérimée, en el cual se detallaban las modificaciones que se debían llevar a cabo para reorganizarla y modernizarla. Fue Napoleón III quien tomó las últimas decisiones, y enfocándose en el aspecto edilicio eligió al arquitecto Labrouste para su reconstrucción.

Durante el siglo XX la Biblioteca continuó su expansión, se inauguraron cinco anexos y salas de lectura, pero apenas alcanzaron a cubrir la necesidad de falta de espacio físico, ya que nuevamente, debido al auge de la industria editorial sumado a otros factores, volvió a surgir el problema, convirtiéndose así en una constante que la BnF tuvo que tener siempre presente.

Por ello, sumado al crecimiento de la demanda cultural y a la continua adquisición de material impreso y en diversos soportes, la Biblioteca tuvo que enfrentarse a un cambio inminente. Es cuando en 1988 Miterrand, presidente de Francia, anuncia un titánico proyecto que consiste en la edificación de una nueva sede. Los objetivos principales fueron: abarcar todos los campos del saber, ofrecer acceso a todos los ciudadanos y desde cualquier lugar -in situ o a distancia- utilizando las nuevas tecnologías. Se selecciona el proyecto del arquitecto Dominique Perrault que se realizó por etapas y finalizó diez años después, cuando en 1998 como broche de oro se inauguró la biblioteca de investigación. Es así que el siglo XXI encuentra a la BnF posicionada entre las mejores bibliotecas del mundo.

Bibliografía consultada

  • Bibliothèque nationale de France. Histoire de la BnF : de la librairie royale à la BnF. Paris: Bibliothèque nationale de France, 2013. [en línea]. [consulta: 19 de septiembre de 2013] http://www.bnf.fr/fr/la_bnf/histoire_de_la_bnf.html
  • Millares Carlo, Agustín. Introducción a la historia del libro y las bibliotecas. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1971
  • World enciclopedia of library and information services. 3rd. ed. Chicago: ALA, 1993

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