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Enrique Larreta

Nacido el 4 de marzo de 1875, Enrique Larreta aunó su fortuna familiar a la raigambre aristocrática de la familia Anchorena con su matrimonio. Hizo todo el camino del decoro de su época. Según recuerda en sus memorias, una tarea escolar en la que le pidieron presentar un trabajo sobre Atenas en tiempo de Pericles definió su vida para siempre, apasionándolo por el estudio minucioso de civilizaciones pasadas. Artemis sería su primer relato, de 1896, ambientado en la Grecia clásica. Fue publicado en la revista La biblioteca, dirigida por su maestro y amigo Paul Groussac. El texto lo acercaba, desde el género novela, al incipiente Modernismo literario.

Supo recibirse de abogado, dar clases de historia y desempeñarse como embajador en Francia. Su periplo europeo lo haría conocer a su admirado Miguel de Unamuno y a un estudio pormenorizado de la historia española. En 1908, tras cuatro años de trabajo, ofrecería su obra cumbre: La gloria de Don Ramiro: una vida en tiempos de Felipe Segundo. Traducido al francés, pronto se constituyó en un éxito internacional por su sorprendente reconstrucción del siglo XVI español. Rubén Darío afirmó que se trataba de “la obra en prosa que en América se ha acercado más a la perfección”.

Buceó en distintos géneros, intentó llevar a la ópera algunas de sus novelas y dirigió la versión cinematográfica de El linyera, obra dramática de su autoría que filmó en su propia estancia. Ensayos, discursos, obras de teatro y hasta televisión son parte de sus producciones. Esa inquietud constante por nuevas formas y propuestas, sin perder nunca un estilo propio, se mantuvo durante toda su vida y casi puede pensarse que se acrecentó con los años.

“Cuando se pasan los sesenta – afirmaba- son muy pocas las cosas que nos parecen disparates”.

Fue propuesto como candidato al  premio Nobel de Literatura con adhesiones de importantes intelectuales en 1941, pero la ocupación nazi de Noruega dejó vacante el galardón entre los años 40 y 43. Atesoró una importante biblioteca popular, mobiliarios y objetos de arte españoles que ambientaron su casa con una residencia propia del Siglo de Oro.

Como todo clásico, tiene fuertes marcas de su momento de enunciación. Su lectura no es demasiado frecuentada, quizás por la distancia que producen sus descripciones que hoy resuenan como manierismos de un estilo literario en desuso. Borges, con su particular humor, enumeraba entre sus “vicios” el “no incurrir en la lectura de Enrique Larreta”. Sin embargo, quien se anime a adentrarse en sus páginas, encontrará a un caballero de las letras que pasea por mundos lejanos como si fuesen propios, que no ignora el peso y el matiz de cada palabra. En 1961, un 6 de julio como hoy, murió Enrique Larreta. Su casa y su legado siguen vivos en sus obras, en calles con su nombre en Argentina y España y en el Museo de arte español Enrique Larreta.

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