Hablamos de lectura porque leemos y soñamos con que todos puedan leer. Interpretar los símbolos que representan objetos, ideas, conexiones, sentimientos, números, estrellas y condimentos. No hace tanto que lo hacemos los que podemos hacerlo: solo seis mil años de prácticas fonéticas y gráficas que han derivado en los lenguajes y escrituras de la humanidad. Pictóricos, oscuros, transparentes: manos que formulan, labios que responden, y la escucha atenta para volver a empezar. Semilla que germina, llave que destraba, linterna que ilumina: lectura, ciencia y magia, que nos permite crecer con sello original.

 

La gracia de la lectura se expande pero no se universaliza.

 

En muchos lares se lee la naturaleza, las geografías, las formas transformadas en flechas que señalizan la existencia diaria. Pero no invaden las letras, las páginas, las tapas: la capacidad transformadora de la palabra leída.

 

Y allí todavía están los niños y niñas con sus ojos abiertos y sus mentes propicias para albergar una caja lectora que tiene tantos activos potenciales como la imaginación puede procrear, muchos de esos niños y niñas que solo podrán beber tan poco de la tinta escrita como el agua escasa que proveen sus cántaros o bebederos.

 

Se hacen esfuerzos para tejer redes de lectura que no aparten, excluyan, separen a quienes deben aprender a leer y comprender los significados y reflexiones de quienes escriben, para luego poder tallar la escritura propia.

 

Se diseñan formas y combinaciones, programas y promociones con las mejores intenciones de dejar selladas las capacidades autónomas individuales hacia la semántica de la complejidad que la vida participativa hoy demanda como ciudadanía. Las tramas de dichas redes requieren hoy debates enérgicos e interdisciplinarios, debates de compromiso social, enfoque científico y horizonte político. Requieren de liderazgo, sustentabilidad intergeneracional y recursos genuinos. Requieren de prioridad en agenda, socialización y monitoreos. Hablamos de lectura porque podemos leer y soñamos con un mundo lector. Lector en el sentido amplio: leer las letras, leer los labios, leer los corazones, leer al otro.

Lic.Graciela Perrone