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Virginia Woolf - Imagen de la tapa de Relatos completos

“¿No recuerdas que de niños, mientras jugábamos o charlábamos, y alguno metía los pies en el charco o aterrizaba contra la ventana, una imperceptible sacudida congelaba el universo y lo convertía en una esfera de cristal macizo que podíamos sostener un instante? …tengo la creencia mística de que todo el tiempo pasado y también el futuro, las lágrimas y las cenizas polvorientas de muchas generaciones se concentraban en una esfera; entonces éramos absolutos y completos; entonces no se excluía nada; eso era la certeza… la felicidad.”

La velada, Virginia Woolf

Un día como hoy, en 1882, nacía Virginia Woolf, escritora, consagrada como una de las principales figuras de la literatura anglosajona de su época. Fue una de las novelistas británicas más influyentes del siglo XX, destacada dentro del vanguardismo anglosajón y del feminismo internacional.

Hija de un novelista, historiador, ensayista y biógrafo y de una modelo de pintores prerrafaelistas, recibió clases de profesores particulares y de su padre. Fue criada en el entorno de la literatura y la sociedad victoriana.

Si bien nació en Londres, sus recuerdos más vívidos de infancia son los de sus vacaciones de verano en la casa de los Stephen -en St. Ives-, con vistas a la playa de Porthminster y al faro de Godrevy, que más adelante plasmaría en sus relatos.

A sus trece años la muerte de su madre, dos años después la de su media hermana y la de su padre, en 1905, marcaron gravemente su vida provocando episodios de depresión.

Tras la muerte de su padre se mudó al barrio londinense de Bloomsbury, lugar que se convirtió en centro de reunión de una heterogénea elite intelectual. Forster, Keynes y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein y la propia Virginia formaron parte de ese grupo que sería conocido como el “Grupo de Bloomsbury”

Después de dedicarse a la crítica literaria, inició su carrera como narradora en 1915. Junto con su marido, Leonard Woolf, fundaron la editorial Hogarth Press donde publicarían autores de la talla de Rilke, Svevo y Freud.

Si bien a lo largo de su vida Virginia sufrió periódicos cambios de humor y enfermedades asociadas, esto no influyó en su productividad literaria. Su obra novelística recibió influencias de Marcel Proust, Dorothy Richardson, Henry James y James Joyce, pero trató de hallar su propio camino apartándose y dejando de lado el realismo, abandonando la convención de la historia como la descripción tradicional de los personajes.

Fue autora de Sra. Dalloway (1925), El faro (1927), Orlando (1928),  Las olas (1931), Entre actos (1941).  Después de acabar el manuscrito de esta última novela (publicada póstumamente), Woolf padeció una profunda depresión. El estallido de la Segunda Guerra Mundial, la destrucción de su casa de Londres y la fría acogida que tuvo su biografía sobre su amigo Roger Fry empeoraron su condición hasta que se vio incapaz de trabajar y el 28 de marzo de 1941 se suicidó, dejando una nota a su esposo:

Siento que voy a enloquecer de nuevo. Creo que no podemos pasar otra vez por una de esas épocas terribles. Y no puedo recuperarme esta vez. Comienzo a oír voces, y no puedo concentrarme. Así que hago lo que me parece lo mejor que puedo hacer. Tú me has dado la máxima felicidad posible. Has sido en todos los sentidos todo lo que cualquiera podría ser. Creo que dos personas no pueden ser más felices hasta que vino esta terrible enfermedad. No puedo luchar más. Sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí tú podrás trabajar. Lo harás, lo sé. Ya ves que no puedo ni siquiera escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que debo toda la felicidad de mi vida a ti. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirlo —todo el mundo lo sabe. Si alguien podía haberme salvado habrías sido tú. Todo lo he perdido excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida durante más tiempo. No creo que dos personas pudieran ser más felices que lo que hemos sido tú y yo.

Su amado, al leer la carta, la busca en la casa y en el río, por donde solía pasear, sin encontrarla.

Virginia, esa mañana, había charlado con su ama de llaves, quien le diera un plumero para entretenerla con los quehaceres de la casa, tarea que abandona para retirarse a escribir.

Toma su abrigo, sale de su casa por la puerta principal, camina por delante de la iglesia y se dirige al río. LLena los bolsillos con piedras y se adentra empujada por la marea que la devuelve semanas más tarde. Su esposo entierra sus cenizas bajo un árbol en Rodmell, Sussex.

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Obras de Virginia Woolf