La Biblioteca Nacional de Costa Rica se fundó mediante un acuerdo el 13 de octubre de 1888, durante el gobierno de Ramón Bernardo Soto Alfaro, hacendado, comerciante, abogado, militar y político liberal costarricense, quien fuera el 15º Presidente de la República de Costa Rica.

El fondo documental de esta biblioteca se inició con libros donados por la Universidad de Santo Tomás, institución que cerró sus puertas en 1885.  Posteriormente, se incorporaron otros documentos provenientes del archivo de rezagos fundado en 1882 entre los que se encontraban libros, periódicos, documentos oficiales y documentos de la Oficina de Depósito y Canje de Publicaciones creada en 1887.

Estuvo ubicada en distintos lugares por cortos períodos, pero donde permaneció por más de sesenta años fue en el edificio que ocupó en pleno centro de la capital, San José. Este edificio había sido construido en la administración de Cleto González Víquez, político, abogado e historiador costarricense quien fuera presidente de Costa Rica de 1906 a 1910 y de 1928 a 1932.

Mediante acuerdo no. 18 del 16 de Julio de 1961, se le designó como Biblioteca Nacional “Miguel Obregón Lizano”, en honor a este ciudadano que dedicó muchos años a la Biblioteca Nacional y a la creación de bibliotecas públicas en algunas de las provincias del país.

La adquisición del terreno y construcción del edificio que actualmente ocupa, se efectuó durante la administración del presidente José Joaquín Trejos Fernández en 1968 y fue inaugurado en 1971. Ocupa un terreno de 3.651 metros cuadrados de los cuales 1.890 metros están destinados propiamente al edificio. Su estructura es de cemento armado y consta de cuatro niveles.

Desde su creación la Biblioteca fue una entidad adscrita del Ministerio de Educación Pública; a partir del 5 de julio de 1971, por disposición de la ley no. 4788, pasó al Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes.

Durante casi dos años cerró sus puertas al público, debido a los daños causados en el edificio por los terremotos ocurridos en 1990-1991.

La colección documental de la Biblioteca Nacional está conformada por una colección bibliográfica dividida en libros nacionales y volúmenes extranjeros, colecciones hemerográficas que contienen revistas nacionales y extranjeras, además de periódicos, audiovisuales y una colección de obras de referencia.

Bibliografía de consulta

 

Para hablar de los antecedentes históricos de la Biblioteca Nacional de Ecuador nos debemos remontar a 1585, cuando los jesuitas desembarcaron en estos territorios, ya que una de las más importantes bibliotecas de Sudamérica en la época de la colonia española fue la Biblioteca del Colegio Máximo de San Ignacio de Loyola, en la ciudad de Quito. Tanto el convento, como el colegio y más tarde la biblioteca y la Universidad de San Gregorio fueron creados y pertenecieron por largo tiempo a los jesuitas quienes propiciaron un ámbito cultural y educativo en nuestro continente hasta su expulsión.

Una de las consecuencias de este hecho fue que el fondo bibliográfico de la Biblioteca del Colegio Máximo pasó a conformar la colección de la primera biblioteca pública de Ecuador. Se inauguró el 25 de mayo de 1792 y se designó a Eugenio Espejo como su primer bibliotecario. Esto demostraba la importancia y el prestigio que se le otorgó a la flamante institución, ya que Espejo fue un intelectual de una sólida formación: médico, investigador, periodista, abogado, y uno de los más destacados ideólogos y propulsores de las ideas independentistas. En su homenaje la Biblioteca Nacional lleva hoy su nombre.

Al crearse la república, la Biblioteca como institución no quedó al margen de este proceso y fue en 1838 cuando cambió su denominación por el de Biblioteca Nacional de Ecuador. Durante la segunda mitad del siglo XIX la biblioteca sufrió dos grandes terremotos que causaron importantes pérdidas; a pesar de ello continuó con gran esfuerzo enriqueciendo su colección, brindando servicios y cumpliendo las funciones de una biblioteca nacional. Estos logros fueron en gran parte gracias a los jesuitas que en 1862 nuevamente se hicieron cargo de la Biblioteca, logrando reorganizar la biblioteca, elaborando el catálogo, ampliando los servicios y acondicionando el edificio. Los jesuitas continuaron a cargo de la Biblioteca hasta 1876.

El 9 de agosto de 1944 por un decreto presidencial se creó la Casa de la Cultura Ecuatoriana y se estableció que la Biblioteca Nacional pasaba a formar parte de ella, brindándole de esta manera un nuevo impulso. En 1983 se construyó el nuevo edificio donde funciona hasta nuestros días.

Actualmente una de las funciones más importantes de la Biblioteca Eugenio Espejo es la de rescatar, resguardar y poner en valor el patrimonio bibliográfico y cultural ecuatoriano, facilitando el acceso a sus colecciones por parte de toda la población.

Bibliografía consultada

En 1821 se declaró la independencia mexicana; la flamante nación supo desde su nacimiento que la creación de una biblioteca nacional era una de las acciones necesarias para fomentar y fortalecer la educación de un pueblo libre y soberano. El año de 1828 marcó el inicio para la creación de la Biblioteca Nacional, a través de un proyecto presentado al Congreso por José María Irigoyen, jurisconsulto, diputado y luego gobernador del Estado de Chihuahua.

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El pasado 29 de marzo se realizó por videoconferencia y con la participación de las delegaciones de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, la XXIII Reunión del Grupo de Trabajo de Terminología (GTT), realizada dentro de la XLIX Reunión del Comité Gestor del Sistema de Información y Comunicación del Sector Educativo del Mercosur.

El GTT es un espacio de trabajo que, desde el año 2003, se dedica a armonizar la terminología propia del área de la Educación para favorecer la comunicación, el intercambio y la gestión educativa en el Mercosur. Los vocabularios de cada país, en español y portugués, pueden ser consultados a través del Banco de Datos Terminológicos del Sector Educativo del MERCOSUR (BDT-SEM).  El vocabulario de Argentina también está disponible en Vocabularios en educación argentina.

Durante la reunión, el equipo argentino, que administra técnicamente los vocabularios, informó de las actualizaciones realizadas en el software de gestión de los vocabularios (Tematres) y en el manual interno, y se comprometió a crear dos nuevas instancias de vocabularios: una para Chile que se reincorporó al GTT en esta reunión y una para Paraguay que ofrecerá la terminología bilingüe: español – guaraní.

La Biblioteca Nacional de Jamaica se estableció en 1979 con el Instituto de Jamaica, Ley de 1978. Se originó a partir de la colección de la Biblioteca de Referencia de la India Occidental (WIRL) que fue fundada en 1894 como una sección de la Biblioteca Pública del Instituto de Jamaica. Esta biblioteca pública fue la primera de su clase en Jamaica.

Comenzó a funcionar en 1879, cuando el Instituto de Jamaica se estableció para el fomento de la literatura, la ciencia y el arte. La Biblioteca de la India Occidental comenzó como una pequeña colección de libros de Jamaica y el Caribe, bajo la dirección de Frank Cundall, el Secretario / Bibliotecario del Instituto a partir de 1891 hasta su muerte en 1937.

Se convirtió en una colección completa, rica en fuentes primarias que cubren todos los aspectos de la vida y la sociedad caribeña. WIRL formó el núcleo de la Biblioteca Nacional.

El establecimiento de la Biblioteca Nacional fue influenciado por las propuestas que se remontan a la década de 1960 cuando la necesidad de una institución fue identificado por la Asociación de Bibliotecas de Jamaica y otras organizaciones interesadas.

El establecimiento de una biblioteca nacional fue una de las principales recomendaciones del Plan Nacional para la Documentación, Información y Sistema de Bibliotecas de Jamaica, producido en 1977 por el Consejo Nacional de Bibliotecas, Archivos y Servicios de Documentación [NACOLADS]. NACOLADS se había establecido en 1973 para asesorar al gobierno en la planificación y coordinación de las bibliotecas y archivos en Jamaica.

Una ley para la Biblioteca Nacional de Jamaica se redactó en el año 2003, pero se ejecutó en diciembre de 2010. La Ley 31 se titula La Biblioteca Nacional de Jamaica. Esta ley confirma la autonomía de la Biblioteca Nacional, establece la Biblioteca Nacional como cuerpo y proporciona el marco legal para la formalización de los mandatos y las operaciones de la biblioteca.

Los antecedentes de la Biblioteca Nacional Dominicana tienen sus orígenes cinco siglos atrás, en 1538, cuando se fundó la Universidad de Santo Tomás de Aquino, la primera del Nuevo Mundo. Como es de suponer, la universidad tuvo su biblioteca conformada en gran parte por una importante donación de la biblioteca particular de Diego Méndez de Segura, quien formó parte del cuarto viaje de Colón a las Indias Occidentales.

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El 20 de julio de 1773, se estableció la creación de una biblioteca pública para el virreinato de Nueva Granada, a través de un decreto del entonces virrey, el marqués Manuel de Guirior. Un año más tarde la Real Audiencia redactó el reglamento de la Biblioteca, destinó un sueldo para el bibliotecario y el lugar donde funcionaría. El 9 de enero de 1777 se inauguró oficialmente la Real Biblioteca, convirtiéndose así en la primer biblioteca pública de América, y se le asignó el edificio que había pertenecido al prestigioso Colegio Seminario de San Bartolomé de Bogotá. […]

A mediados del siglo XX, la Biblioteca Nacional José Martí ya era una de las instituciones más importantes de Cuba y contaba con un edificio propio diseñado específicamente. Tras el triunfo de la Revolución en 1959, Cuba experimentó grandes cambios en todos los aspectos del quehacer nacional, especialmente en lo educativo, cultural y social. Como es de esperar su Biblioteca Nacional no quedó ajena, todo lo contrario, comenzó también una nueva etapa siendo un pilar clave en el desarrollo y crecimiento cubanos.

Desde un principio formó parte de las políticas educativas y culturales a través de los programas de alfabetización, de formación de maestros voluntarios, campañas de lectura, creación y organización de escuelas en fábricas y de facultades obreras. Además el nuevo gobierno creó el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas siendo la Biblioteca Nacional la rectora de esta red de bibliotecas, con el principal objetivo de llevar el libro y la lectura a todos los rincones de la Isla.

En 1959 se designó como directora a María Teresa Freyre de Andrade, bibliotecaria y especialista en ciencias sociales. Durante su gestión la Biblioteca se reorganizó y actualizó sus servicios a través de importantes innovaciones:

  • Creación de nuevas áreas: selección, consulta y referencia, arte, biblioteca juvenil, y  biblioteca circulante para adultos.
  • Adquisición de obras para la actualización y crecimiento de su fondo bibliográfico y de suscripciones a importantes revistas cubanas y extranjeras.
  • Incorporación de personal con formación específica en bibliotecología
  • Utilización de normas internacionales para los procesos técnicos de todas sus colecciones.

A lo largo de estos últimos 50 años la Biblioteca ha trabajado continuamente en numerosos proyectos educativos, culturales y científicos; en innumerables actividades de divulgación y extensión; ha resguardado valiosas colecciones, como la de manuscritos de escritores cubanos, entre los que se encuentran obras inéditas de Alejo Carpentier; ha editado infinidad de publicaciones que reflejan la historia, identidad y actualidad del pueblo cubano; afianzándose así como una de las instituciones fundamentales para lograr la educación de un pueblo que ha luchado por alcanzar, defender y mantener su independencia política y cultural.

Bibliografía consultada

  • Biblioteca Nacional de Cuba José Martí. Historia de la Biblioteca Nacional. Disponible en: http://www.bnjm.cu/historia.htm [Consulta: 31 de agosto de 2015]
  • Historia de las bibliotecas nacionales de Iberoamérica : pasado y presente. 2ª ed. México: UNAM, 1995